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La invasión de los robots y los trabajos de bienestar

La invasión de los robots y los trabajos de bienestar

Los círculos de recursos humanos alrededor del mundo están cada vez más inquietos en torno al tema de la inteligencia artificial. La especulación por parte de algunos expertos es que, con el boom de los últimos años de avances en machine learning y de tecnologías que permiten automatizar la toma de decisiones, se nos avecina la Cuarta Revolución Industrial. Y que, esta vez sí que sí, se van a eliminar de un golpe una parte importante de los empleos del planeta. Hay razones para estar de acuerdo con ésto (un 47% de los trabajos existentes se podría automatizar, dicen expertos) y también para no estarlo (es la cuarta vez que se vaticina lo mismo, y no ha sucedido anteriormente).

Optimista, siempre

Por mi parte, me sitúo entre los optimistas.Creoque efectivamente muchos trabajos, sobre todo los que tienen que ver con tomar decisiones sencillas y los que necesitan poca capacitación, van a desaparecer. Pero, en la medida que le entregamos estas responsabilidades a nuestros amigos con corazón de lata y cerebro de silicio, podremos centrarnos en trabajar en hacer mejor el mundo, nuestras vidas, y las vidas de los que nos rodean.

Y es que hay datos que respaldan mi optimismo. A pesar de lo que se puede entender de todas las quejas que escuchamos a diario, no tenemos registro de una época en que la humanidad haya sido más próspera que hoy, y todo indica que ésta situación va a seguir mejorando. La pobreza alrededor del mundo va desapareciendo a una velocidad vertiginosa, y un porcentaje cada vez mayor de personas tiene sus necesidades básicas cubiertas.

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Si tenemos plata, y los trabajos repetitivos están todos cubiertos, ¿significa entonces que la humanidad se va a volcar a sólo pasarlo bien? es improbable. La naturaleza humana tiene asociada una búsqueda de propósito y la forma en que esto se materializa es en un trabajo, sea éste o no remunerado. Es por eso que veo en el futuro un surgimiento de empleos apuntados al bienestar: cuidado de adultos mayores, entretención, educación más personalizada, cultura, arte, etc. Si hay recursos que fluyen a través de nuestra sociedad, éstos existen en abundancia, ya están cubiertas las necesidades básicas de las personas y tenemos un exceso de mano de obra, es de esperar entonces que éstas riquezas lleguen hacia lo que nos hace más felices como sociedad.

Los datos al menos muestran que sí hay una correlación clara entre los ingresos de un país y el bienestar de las personas:

Cómo llegar a un mundo más feliz

Ahora,¿cómo va a afectar esto a la economía y cómo llegamos a ese mundo más feliz? Aquí es donde mi mente optimista sí ve un problema. Las grandes corporaciones que hoy dominan nuestros mercados suelen operar con una lógica en su toma de decisiones bastante simple, apuntando sólo a la maximización de utilidades o al precio de las acciones. Esto ocurre producto de que quien comanda el buque, el gerente general, tiene justamente ese objetivo como mandato, sin dejarle mucho espacio para influir con sus planteamientos morales y éticos. Quedamos como sociedad, entonces, atrapados en un dilema, en el cual somos en parte dueños de estas grandes corporaciones (a través, por ejemplo, de las AFPs); pero al mismo tiempo creemos que éstas no están tratando en construir el mundo en el que queremos vivir.

Pues hay dos caminos. El primero, el más corto pero más difícil, es que las corporaciones se alineen de mejor manera con las necesidades de la sociedad. Algo de eso ya está sucediendo, pues grandes empresas dan señales de preocupación por el bienestar, en campañas de RSE o apoyo a movimientos ecológicos. Pero todavía es claro que esto hoy opera sólo para facilitar su objetivo principal, y no es una motivación propia en sí. Además, dar un golpe de timón de ese tipo sería traicionar la confianza depositada por los inversionistas existentes, que se sumaron a un proyecto bajo otras reglas. Es esperable, sin embargo, que el cambio cultural modifique lo suficiente la economía de forma que se cambien las leyes y las reglas del juego, hasta llevar a este tipo de organizaciones por el camino que se necesita. Pero nuevamente, sería ir en contra de su naturaleza.

El segundo camino es el surgimiento de nuevas empresas que sí pongan el bienestar en su ethos, en los principios que la mueven. Las  empresas B, por ejemplo, apuntan exactamente en esta dirección. También muchas startups, que operan en forma mucho más horizontal y con reglas menos convencionales, con socios fundadores mucho más activos y relevantes en el día a día, tienen la oportunidad de soñar con cambiar al mundo, dejando esto claro en sus reglas desde el principio.

¿Y nosotros?

En Talana hemos optado por este segundo camino. Nuestra visión es hacer a las personas más felices, partiendo por cambiar su lugar de trabajo, aportando con herramientas tecnológicas que permitan relacionarse mejor a empresa y trabajadores. Así, aportamos con nuestro granito de arena para construir el mundo que queremos ver y vivir.